domingo, 14 de junio de 2009

Bicarbonato

Aún en mi sueño aparece tu ausencia, y aún dormida me exaspera el asunto.
Me despierta el sonido del teléfono: una llamada tuya; yo adormilada y medio enojada por mi mal sueño, te respondo uraña y medio fría, me preguntas si estoy bien y me cuentas del trabajo y de lo que harás en el día, nos despedimos, colgamos y me quedo pensandote.
De pronto me acabo de despertar, y miro el reloj: es medio día, todavía te alcanzo un rato. Decidida de ir en tu búsqueda me arreglo lo más pronto que puedo, saltándome el engorroso ritual de la depilación.
Después de que la indecisión me hace cambiarme dos veces de ropa, salgo en tu búsqueda.
En el camino voy pensando: "y si ya salio de su casa?"... pero sigo en marcha y además, ya estoy muy cerca.
Llego, toco, y la voz de adentro no es la tuya, por lo que supongo que mis presentimientos eran ciertos y no estás en tu casa; me abre la puerta tu hermana, invitándome a pasar a tu pieza, pues "... hace rato que no sale, seguro está dormido..." me informa.
Me detiene una voz, la de tu mamá: ven!!

-Te mentí hace rato que llamaste, no estaba en la casa de su hermano, es que entré a su pieza y lo ví dormido tan a gusto, que preferí no despertarlo, disculpa...

Sólo me da ternura el comentario. Ya quiero verte!
Abro la puerta de tu pieza y ahí estás: dormido, desde quien sabe que hora, pero no me importa, igual te despertaré. Me acerco y no percibes mi presencia, estás perdido en el sueño, te beso la mejilla y tus ojos se abren con sorpresa:

-¿Qué haces aquí?

-Nada... tenía ganas de besarte y vine.

-Ven, acuestate a dormir conmigo y abrázame.

Yo no dormía, pero cómo me aferraba a ti. Durante casi dos horas me llené de tu aroma, de esa imagen que me llena de ternura.
Ya despierto me abrazas, me besas, me acaricias.
Tus manos se pierden en mi pelo, mi lengua en tu boca, nos quitamos lo que nos estorba, lo que se interpone entre tu piel y la mía, nos olemos, nos besamos, nos aferramos uno al otro; exploras cada milímetro de mi piel, dejando la huella de tus besos en cada uno, a la vez que mi lengua corre por tu cuerpo. Cierro los ojos y me dejo hacer, estoy a tu merced.
Cansados, los dos tirados en la cama, nos miramos, y no hace falta hablar...
Rompo el silencio:

- Tengo sabor a bicarbonato en la boca...

Te ries y me dices:

- Dicen que es bueno para las infecciones...

Nos reimos juntos.

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