lunes, 30 de noviembre de 2009

Jueves

Fue el primer día de clases cuando te vi por primera vez en el andén.
Cuando llegó el tren, te miré con atención y me quedé pensando que eras muy guapo, y que no te volvería a topar. Y ese mismo día, unas horas después saliste de mi mente.
Dos semanas después te encontré un jueves en el mismo andén, me pareció curioso y claro que te reconocí apenas te vi, después con tanta gente al llegar el tren te me perdiste.
La semana siguiente también te encontré en jueves y me quedé mirándote todo el trayecto.
El jueves siguiente llegué a la misma hora, a las 6:45, pero no te ví, era curioso que sólo te encontraba los jueves, lo que no era raro es que yo siempre llegaba tarde a la primera clase.
Y así te encontré en otras ocasiones, también en jueves.
Después de un tiempo, yo ya hasta soñaba contigo, fantaseaba con historias acerca de los dos, me imaginaba besándote y haciendo esfuerzos por alcanzar tu cuello. Un día salí de casa a la misma hora de siempre, totalmente decidida a saludarte, preguntarte tu nombre y hacerte plática. Llegué al andén y no estabas, así que esperé. Dieron las 7 y no llegabas, las 7:30 y nada, a las 8 finalmente ya desilusionada, decidí tomar el tren a la escuela.
Pasaron muchos jueves y no te volví a ver.
Algún maestro me llamó la atención y me dijo que de no llegar a buena hora a su clase, reprobaría la materia, así que tenía que salir más temprano de casa, y así finalmente se perdía la más pequeña esperanza de volverte a ver un jueves.
Uno de esos días en los que ya llegaba temprano a la escuela, un miércoles, subí las escaleras hacia el andén, y no podía creer lo que miraba: eras tú al final del pasillo, donde siempre nos encontrábamos. No podía ser posible! no podías ser tú, seguro estaba todavía dormida porque tú te ibas más tarde; así que caminé mientras el corazón se me quería salir del pecho de los nervios, y sí, sí eras tú.
Pero había perdido el valor de hablarte, había pasado tanto tiempo sin verte.
Entre tú yo estaban tres personas separándonos, tú caminaste hacia donde yo estaba parada, te quedaste junto a mí, yo te sentí y te miré con el rabillo del ojo, recuerdo que sentí cómo se me erizaba la piel y de qué forma me temblaban las piernas.
-Hola- dijiste
-Hola.
-Hace tiempo que no te veía por aquí, ¿vas a la escuela?
Me habías extrañado!! bueno, no tanto así, pero yo pensé que ni siquiera habías notado mi existencia.
-Sí, voy a la escuela ¿y tú?
-También, soy D. y tú? cómo te llamas?
-Soy Maggie, mucho gusto.
-Qué bonitos ojos tienes, Maggie, qué estudias?...

Para ese momento, yo ya era el ser más feliz del Universo entero. Ese día supe que te encontraba los jueves por que siempre se te hacía tarde ese día, por las actividades nocturnas de los miércoles, supe que estudiabas ingeniería, que vivías muy cerca de la estación y que tú también habías estado pensando en hablarme desde antes.
Yo tuve una sonrisa en mi cara todo el día, toda la semana.