jueves, 19 de febrero de 2009

Saudade...
































He caminado muchísimas veces sobre Juárez, y siempre, siempre está ahí sentado, muy concentrado en su trompeta y con esa esa mirada sempiterna de tristeza que invariablemente me hace un nudo en la garganta cada vez que camino por tal calle.
Cuando alguien se acerca y le pone una moneda en su botecito, el levanta un brazo agradeciendo, a la vez que ofrece una sonrisa triste, como su mirada, como siempre.
Y me hago mil historias de él y del porqué de su eterna tristeza.
Lo conozco, así de cerca, desde hace unos cuatro años.
Hoy me atreví a tomarle unas fotos de lejos. Luego me acerqué y le dejé un billete de veinte pesos. Él, levantó su brazo, me regaló su sonrisa triste y dijo gracias, yo le pregunté si podía tomarle una foto, se encogió de hombros y tímidamente dijo un apenas audible "sí". Trató en vano de acomodar un poco su cabello, tomó su trompeta y se dispuso a posar para mí.
Lejos estoy (lo sé perfectamente bien) de ser una buena fotógrafa, pero esa foto que me dejó tomarle tuvo significado para mí.
Sobra decir que me fuí de ahí con los ojos rebosantes de lágrimas, un "nudo ciego" en la garganta y el corazón apachurrado, queriéndome llevar a ese señor a mi casa.
Ya en el camino, recordé: qué torpe! no le pregunté su nombre...

viernes, 13 de febrero de 2009

Manzanas tóxicas demoniacas (o una bizarra versión de Blancanieves)


Ya había previsto que este día estaría atascado en cualquier lugar, por que mañana se celebra el día de San Marketing, y además es quincena, y además viernes; pero aún así quedé con Coyolxauhqui para tomar unas cervecitas en un pintoresco lugar del Centro Histórico.
Además por la mañana iba a tomar un tour súper exclusivo y privado, muy a lo Indiana Jones.
Y sí.
Llegué temprano al Castillo de Chapultepec dispuesta a iniciar el tour por las albercas de Moctezuma, por cierto que casi caigo al estar trepando por el cerro para ver parte de los vestigios, no fue buena idea llevar los Converse.
Tomé un descanso y alguien me ofreció una manzana, misma que rechacé. Ese alguien insitió. Me dio pena que me insistiera y la tomé. La mordí. Me la terminé.
Seguí mi tour, y al terminar decidí adelantarme al Centro Histórico para tomar algunas fotos.
Por cierto que de mi súper tour arqueológico tomé algunas buenas fotos, pero me prohibieron exhibirlas, me metería en problemas con el INAH.

Ya en el fabuloso metro de la Ciudad de México empecé a esturnudar repetidas veces, sentí un picor en los ojos, traté de pasar saliva y me dí cuenta que se estaba cerrando mi garganta. Miré mi hombro y ya aparecian las primeras señales, fue cuando pensé: ya valió!!!
Y sí.
Ya había valido, pues se me cerraba más rápido la garganta y los párpados empezaban a hincharse más, y ni qué decir de las ronchitas en todo el cuerpo y la ya insoportable comezón. Así que tuve que salir en la siguiente estación a estos sucesos, conseguí leche y un par de aspirinas y opté por tomar un taxi a casa.
Faltó poco para desmayarme, ya veía de pronto todo como una pintura psicodélica o algo así.
Es viernes 13.
Será por eso que me pasó esto?
Se me arruinó la tarde en ese pintoresco lugar del Centro Histórico, lo que más laamento no son las chelas, si no la platicada, además de las fotos que quería tomar.
Ahora sé que además del durazno, soy alérgica a la demoniaca manzana, qué triste.

jueves, 5 de febrero de 2009

Motolinia

Me siento como protagonista de un videojuego cada vez que salgo de la estación Allende y debo caminar por Motolinia para llegar hasta Madero.
Hay muchos, bastantes repartidores de volantes, a los cuales voy esquivando agilmente hasta llegar a 5 de Mayo.