martes, 20 de octubre de 2009

Era una tarde perfecta...

La tarde era tranquila, con tormentas de viento y chorros de sol colándose por los páneles de la estación del metrobús.
El cielo era perfecto, el momento perfecto, la estación casi vacía para mi fortuna. Dejé pasar 3 vehículos, así nada más, por ganas... o como si por alguna razón o corazonada no debí hacerlo.
Subí al siguiente carro, en el que no pude obtener un asiento, motivo por el que me quedé parada junto a la ventana, donde el aire pudiera desacomodarme más la ya de por sí alborotada melena.
Cerraron las puertas y el carro se puso en marcha. En la siguiente estación se vislumbraba mucha gente, que, al abrir las puertas del carro, subió a empujones. Estaba ella.
Se me fue el color, yo lo sé, pero sentía la cara caliente de rabia.
Ella sintió mi mirada y volteó, me miró fijamente como yo a ella, si supo leer mi mirada, pudo saber que la odio profundamente y todo el rencor que guardo. Ella sonrió irónicamente.
Yo empecé a temblar, mis piernas y brazos se entumecieron, como para evitar que me le fuera encima, porque de haberlo hecho, no hubiera acabado nada bien.
Yo quería gritar pero no podía, no podía siquiera moverme, era como si me hubiera convertido en un maniquí. Sólo podía temblar, temblar y mirarla para transmitirle en lo posible el odio que le tengo.
Sólo cuando se bajó pude moverme.
En automático le marqué a él:
-Te amo, cuídate mucho- le dije y colgué.

La veo tan poca cosa, tan mierda como es, qué coraje que haya gente como ella.
Y para mi mala fortuna, vivimos en la misma ciudad.

Al llegar a casa sólo pude vomitar, eso es lo que me produce.

sábado, 17 de octubre de 2009

Un hombre mirando fijamente sus ecuaciones dijo que el universo tuvo un comienzo.
Hubo una explosión, dijo.
Un estallido de estallidos, y el universo nació.
Y se expande, dijo.
Había incluso calculado la duración de su vida: diez mil millones de revoluciones de la Tierra alrededor del Sol.
El mundo entero aclamó;
hallaron que sus cálculos eran ciencia.
Ninguno pensó que al proponer que el universo comenzó,
el hombre había meramente reflejado la sintaxis de su lengua madre;
una sintaxis que exige comienzos, como el nacimiento, y desarrollos, como la maduración,
y finales, como la muerte, en tanto declaraciones de hechos.
El universo comenzó,
y está envejeciendo, el hombre nos aseguró,
y morirá, como mueren todas las cosas,
como él mismo murió luego de confirmar matemáticamente
la sintaxis de su lengua madre.